La economía colaborativa ya forma parte de nuestro día a día. La hemos integrado como una normalidad cotidiana que nos sirve desde desplazarnos hasta cenar de restaurante sin salir de casa o cambiar de casa por unos días en un destino turístico.
Dentro de esta constelación de servicios se integra Blablacar, un formato de red social que nos permite viajar de manera económica, compartiendo gastos de viaje y desplazándonos de manera flexible.
Blablacar, o cómo cambiar la forma de viajar
Hay que remontarse a un lejano 2010 para recordar el nacimiento de Blablacar. La idea apareció primero en Francia para poco después trasladarse a España, un país que se ha convertido en el segundo más importante de todos en los que está presente gracias a una mejor acogida. Posiblemente porque tenemos una mentalidad más abierta.
Implantación. Mientras en otros países hay más pudor en compartir un coche, aquí vimos una oportunidad para reducir gastos de desplazamiento, socializar o conseguir una especie de 'billete' para un trayecto más o menos largo pero en vehículo privado en lugar de transporte público.
Frente al buen boca a boca que ayudó a Blablacar a extenderse entre los clientes se levantó una oposición desde la patronal de empresas de autobuses o el rechazo desde el sector del taxi. Las críticas que argumentaban competencia desleal acabaron por diluirse. Cada modelo tiene su público y Blablacar caló especialmente entre los usuarios más jóvenes.
Presencia internacional. Actualmente Blablacar cuenta con una cartera de 90 millones de usuarios repartidos entre 22 países, de los que seis millones corresponde a España, destacando Andalucía con casi un tercio del total correspondiente a nuestro país.
Dentro de España los trayectos más frecuentes con datos de este mismo verano son Madrid-Valencia, Granada-Málaga, Sevilla-Málaga, Madrid-Murcia y Salamanca-Madrid.
La ocupación media es de tres personas por vehículo, mientras que el reparto de edades sitúa la franja más concurrida en torno a los 33 años. Por sexos los datos prácticamente apuntan a la paridad.
La tipología de viajes suele ser de carácter largo, con una media nacional de 270 kilómetros aunque hay comunidades como Galicia donde predominan los viajes cortos. En el otro extremo se ha llegado a registrar un trayecto compartido de Lisboa a Vladivostok (13.600 km), aunque entendemos que fue algo anecdótico.
Economía. La faceta económica es doble. Por un lado el conductor pone a disposición de uno o más viajeros las plazas que tenga disponibles o que quiera compartir en su vehículo. En función del recorrido el conductor recibirá una cantidad de dinero que irá directamente a minorar el gasto del recorrido que de otra manera asumiría en su totalidad.
Por otro lado el viajero (o viajeros) pagarán un coste por el desplazamiento que no sería superior a lo que normalmente se paga en transporte público (dependiendo de las combinaciones que tuviera que realizar). La gran ventaja es que lo hace de una forma más cómoda y (sobre el papel al menos) más agradable.
El precio se establece de manera más o menos libre pero dentro de unos límites colaborativos. La aplicación recomienda al conductor un precio de 0,045 euros por kilómetro y con una pequeña rebaja para recorridos de más de 400 km. A partir de ahí el conductor puede modificar la oferta al alza o a la baja, pero poniendo tope para evitar el lucro.
Con esto, la media de ingreso de los conductores por viajes de ida y vuelta en 2019 (últimos datos de referencia prepandemia) es de unos 60 euros. Para el pasajero el ahorro que la compañía cifra en un trayecto equivalente es en torno al 20% o 30% de lo que le costaría en transporte público.
Flexibilidad. Otro de los grandes argumentos de este formato colaborativo es que podremos ajustarnos a las necesidades de cada usuario, o no. Es decir, que un conductor lo mismo puede recogerte en un punto intermedio que en la puerta de tu casa pagando un poco más. O ambos usuarios pueden decidir si viajan o no viajan con un conductor o pasajero en función de las valoraciones de los viajes anteriores.
Sostenibilidad. De manera colateral, si miramos a Blablacar como una forma de compartir coche y mediante la que el viajero omite otro desplazamiento en otro coche, también se está reduciendo el volumen de emisiones.
Blablacar nos señala que el uso del coche compartido repercute en un ahorro anual de 1,6 millones de toneladas de CO₂ emitidas a la atmósfera. En España este dato se cifra en 139.000 toneladas de CO₂ al año según datos de la consultora Le Bipe.
Confianza. Otro punto clave para el buen funcionamiento de Blablacar es la red de confianza que ha conseguido desarrollar. Los usuarios de Blablacar valoran tanto la sencillez para ofertar o acceder a un viaje como la fiabilidad de las valoraciones.
Seguridad. Para ir un paso más lejos y pese a que cualquier seguro convencional cubre a todos los ocupantes del coche, Blablacar ofrece la posibilidad a los conductores de asegurar cada viaje por 2 euros que se descuentan de la aportación de los pasajeros y que cubren dicho desplazamiento por un importe de hasta 2.500 euros para cualquier desperfecto del vehículo siempre que exista un parte amistoso o la firma de un agente de la autoridad.
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